Ni cielo ni infierno.

A modo de rotonda, un vecino de la parroquia de Santo Tomé de Recaré gira alrededor del peto de ánimas para tomar el camino de vuelta a casa tras pasar la tarde desbrozando la carretera que da acceso a la iglesia. Pero en este lugar no solo pasan los vivos, pues el pueblo gallego en su sentir religioso, tiene la firme convicción de que también deambulan los espírutus de los muertos.


Peto de ánimas de Santo Tomé de Recaré.


El peto de ánimas de Santo Tomé se levanta en las proximidades de la puerta del cementerio parroquial. Que se levanten cruceiros y petos de ánimas en ciertos lugares, especialmente en las encrucijadas de caminos o en aquellos por los que pasan los entierros, está relacionada con el culto a los muertos y el tránsito a la otra vida, y de la importancia del Purgatorio en la religiosidad de los gallegos. 

El Purgatorio en esta tierra es un lugar para la esperanza y el consuelo, ya que si no se consigue alcanzar el cielo no necesariamente el infierno es el fin, sino que el fiel tiene en el Purgatorio una segunda oportunidad para redimir sus faltas. Y para ello necesitan la ayuda de los vivos.

Así, los intrincados caminos están llenos de fervor religioso de gentes que buscan indulgencias. Se depositan flores y ofrendas, no solo de monedas sino también productos agrícolas, se realizan oraciones por las almiñas, por su memoria aunque también se acude a ellas en busca de la solución a algún problema terrenal. Y estas construcciones sirven para avisar al caminante de que las almas no deben ser olvidadas y que en sus oraciones no se olvide de pedir por los difuntos.


Fuentes: 

Bouzas, Pemón and Xosé A Domelo (2010), Mitos, ritos y leyendas de Galicia, Barcelona, Ediciones Martínez Roca.

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