El oro del duende

El dolmen de Santo Tomé, en Ferreira do Valadouro, guarda una extraordinaria sorpresa.

Dolmen de Santo Tomé.

En el interior de este monumento megalítico habita una rareza botánica que sólo se encuentra en contados lugares de Galicia. Se trata de un musgo luminiscente, también conocido como Oro de Duende, que debe su nombre a su brillo de aspecto fosforescente con una tonalidad verde esmeralda.

Este particular musgo crece en las paredes y los suelos de oquedades, donde aprovecha al máximo la escasa luz existente para realizar la fotosíntesis. Pero la luminiscencia de este musgo no se debe al fenómeno de fosforescencia natural como ocurre en otras especies de plantas y de animales, sino a la reflectancia. Su protonema está formado por multitud de células esféricas, con unas vacuolas muy grandes que actúan a modo de lupas proyectando la luz sobre los cloroplastos próximos, para que así pueda desarrollarse la fotosíntesis casi en plena oscuridad. La luz que no es absorbida por los cloroplastos es reflejada siendo amplificada por las vacuolas generándose la emisión de una luz verdosa amarillenta tan llamativa. Ello unido a su presencia en  cuevas y lugares recónditos hace que la literatura popular haya asociado este musgo con los tesoros que los duendes tenían ocultos y de ahí su denominación, el Oro de Duende.

Otro lugar en el que he observado este hongo es en la pequeña cueva que se encuentra en el lateral de uno del primero de los taludes defensivos del Castro de Villalonga, en Castro de Rei.

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